Ocio, felicidad y sentido
En la cultura grecolatina el ocio estuvo asociado a la felicidad, así lo consideraba Aristóteles. Para él, no era un mero medio para seguir trabajando sino un fin en sí mismo, la meta y el cauce de una vida feliz. En la Política defiende que el ocio es “el principio de todas las cosas” en cuanto sirve para lograr el fin supremo del hombre que es la felicidad. Esta es una percepción que, con distintos altibajos a lo largo de la Historia, ha dejado su huella. En nuestros días lo asociamos con aquello que hacemos en un tiempo privado e íntimo, en el que transcurren las vacaciones, los fines de semana o muchos otros momentos en los que nos sentimos vivir de un modo personal. De ahí que, de alguna manera, la conexión entre ocio y felicidad siga teniendo vigencia.
Pero la felicidad no es perdurable, se caracteriza por ser un estado cambiante, una mala noticia puede interrumpir y alterar cualquier momento feliz. El sentido va más allá, permite que lo encontremos en el trabajo, la familia, la religión… ¿también en el ocio? Yo creo que sí. Mientras la felicidad se orienta hacia uno mismo, el sentido lo hace hacia objetivos que trascienden a la persona.
Fotografía: Ildefonso Grande Esteban.
Texto: Manuel Cuenca Cabeza, Sentido del ocio a lo largo de la vida, Publicaciones de la Universidad de Deusto, Bilbao, 2023.