La experiencia cultural desde el ocio humanista

Desde un planteamiento humanista, el disfrute de la cultura corresponde a un tipo de ocio que denominamos ocio creativo, dado que propicia experiencias unidas a la creatividad. La experiencia cultural, analizada desde el ocio humanista, llama la atención sobre cuatro aspectos: sujeto, sensibilidad, contexto y proceso.

Sujeto. Las experiencias siempre están encarnadas en alguien, de ahí que sea esencial conocer, cuanto más mejor, las características de los sujetos: ¿Cuál es la situación de un hipotético sujeto respecto a una posible experiencia cultural? Además de la novedad, importa el grado de conocimiento y habilidades adquiridos. No es lo mismo pensar en principiantes, que en personas con cierta competencia, diferentes a las especializadas o a aquellas que se interesan por el tema con el entusiasmo propio de un ocio sustancial. Cada grado de iniciación tiene unas expectativas diferentes de satisfacción. Cualquier manifestación cultural que se ofrece como ocio debiera identificar el público al que se dirige y las competencias mínimas que se requieren para ser un espectador activo y reflexivo. Las experiencias culturales requieren, al menos idealmente, públicos comprometidos y las aficiones arraigadas

Sensibilidad. La experiencia es independiente de sus atributos objetivos, depende de la sensibilidad del sujeto. Se accede a ella a través del conocimiento de las emociones, sentimientos y motivaciones. Se sabe que, a mayor comprensión de la actividad cultural, se percibe mayor disfrute. Las emociones y sentimientos que despierta una experiencia cultural nacen de la interpretación de la situación, no de la situación en sí misma. La formación es el mejor predictor de las audiencias culturales, por lo que interesa diferenciar entre fans y aficionados. El cultivo de una sensibilidad favorecedora de experiencias culturales se fomenta a través de la realización práctica (aficionados), la asistencia a espectáculos u actos culturales o través de los medios de comunicación (especialmente radio, televisión e internet). Esto hace ver la importancia del contexto y los valores familiares, la incidencia del tipo de educación recibida y el ambiente que se desarrolla entre los aficionados. A nadie se le oculta hoy día el papel educativo de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías. El conocimiento de los hábitos culturales de un país pasa por conocer la función que asumen los medios de comunicación en la difusión y la formación cultural.

Contexto. Cada experiencia tiene su tiempo y su espacio adecuado, pero la experiencia cultural también guarda relación con las experiencias anteriores y con el contexto histórico, económico, social y cultural en el que se inserta. Las experiencias de ocio cultural se asocian a valores y modos de vida, lo que nos ha llevado a diferenciar entre vivencias, o experiencias de ocio de consumo, contrapuestas a las experiencias de ocio sustancial. Frente a un contexto de estabilidad y sistematicidad de estas últimas, las primeras se contextualizan en el cambio, la discontinuidad, el predominio del hedonismo y satisfacción inmediata. La forma de expresar las emociones depende de la cultura y del proceso de socialización recibido.

Proceso. Las experiencias culturales de ocio se diferencian de las actividades por su carácter procesual. En el proceso experiencial importan los antecedentes, la realización de la experiencia y las consecuencias. Los antecedentes explican las actitudes de las personas hacia las ofertas culturales y su consideración como fuente de satisfacción personal. En ello incide la educación, el estatus social, la edad, el género y otros aspectos relacionados con la personalidad, la experiencia anterior o la pertenencia a un grupo determinado. La realización de una experiencia será exitosa en función del nivel de motivación del sujeto, la claridad de las metas, el equilibrio entre «desafíos» y habilidades, el feedback recibido y la satisfacción experimentada. En la satisfacción incide la calidad. Las consecuencias se asocian con los beneficios y la intensidad del recuerdo, lo que hace que sea más o menos memorable o que la experiencia adquiera un grado positivo, e incluso óptimo. Las experiencias óptimas se dan, fundamentalmente, entre los iniciados. Desde el punto de vista del ocio diríamos que es más posible entre los que practican experiencias de ocio cultural sustancial.

 Los gestores culturales que se interesen por un mayor conocimiento de los procesos experienciales de las ofertas de ocio cultural deberán encontrar, a partir de esta propuesta, indicadores de medida que les posibiliten aproximarse a estos cuatro aspectos que acabamos de señalar.

 

Manuel Cuenca Cabeza: 12/06/2019 (Aproximación a las experiencias culturales desde los planteamientos del Ocio Humanista: pautas para una profundización cualitativa)

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