¿Debemos educar el ocio?

¿Debemos educar el ocio?

Si el ocio es un tema tan importante como señalan los estudios de valores o las estadísticas de consumo relacionadas con el entretenimiento, la diversión, el turismo, los deportes, la práctica cultural, el creciente interés por lo festivo, etc., parece evidente que también debía ser un tema de especial atención educativa. Sin embargo, una mirada atenta a la realidad nos dice que esto no es así, que todavía hay mucha gente que piensa que el entretenimiento y la diversión forman parte de un algo innato que no se debe tocar, por lo que la intervención educativa debiera quedar alejada de cualquier planteamiento relacionado con el ocio.

Afirmaba J. L. López de Aranguren que «todo el mundo está capacitado para holgar y divertirse, pero no todo el mundo está preparado para elegir el ocio y la afición». La Educación del Ocio no sólo contribuye a que las personas alcancen su máxima potencialidad y desarrollo en el ocio, sino que también tiene una función importante a la hora de reducir diferencias y de asegurar una igualdad de oportunidades y recursos.

La educación del ocio nos capacita para llevar a cabo acciones con un profundo significado personal, que nos será de gran ayuda en distintos momentos a lo largo de la vida. El ocio puede ser un contexto de recuperación, reflexión y regeneración de alternativas de acción. La Educación del Ocio permite favorecer la desconexión que estimule respuestas relajadas y favorezca las condiciones de asimilación e integración personal. Se sabe que la formación en sí misma puede ser una experiencia de ocio que ayude a superar ansiedades y depresiones desarrollando un mayor grado de autonomía y control de nosotros mismos.

Existe un creciente reconocimiento entre los psicólogos de que las actividades de ocio son un vehículo significativo para la identificación personal y la identificación con los otros. Waterman demostró que, cuando las aficiones se realizan con seriedad, se convierten en «personalmente expresivas», ofreciendo oportunidades de diferenciación e integración con el yo. Compartir intereses proporciona una experiencia de identidad que puede extenderse hacia otros dominios.

La identidad, como la capacitación u otras múltiples razones sociales, psicológicas o puramente pedagógicas nos permiten afirmar que la Educación del Ocio favorece el aumento de los beneficios personales y comunitarios, al tiempo que favorece la disminución de las barreras psicológicas, sociales, culturales y aptitudinales que impiden el acceso a experiencias gratificantes a las que tendríamos derecho. El aumento de instalaciones y servicios de ocio comunitarios es una razón más que justifica la necesidad de una Educación del Ocio orientada a la integración, la participación y la igualdad de oportunidades.

 

Más información:

Cuenca, M., Revista de Educación, núm. extraordinario (2002), pp. 149-167

https://www.mecd.gob.es/revista-de-educacion/numeros-revista-educacion/numeros-anteriores/2002/re2002.html

Compartir es vivir:

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *