Más allá del trabajo

Más allá del trabajo

El aumento de las jubilaciones, prejubilaciones y espectativas de vida están haciendo de la tercera edad un periodo largo y especialmente importante. Un período en que el trabajo deja de ser significativo y las ocupaciones de ocio debieran pasar a un primer plano. Un periodo en el que, al acceder a él, se siente la disponibilidad de gran cantidad de tiempo libre que apenas se recuerda desde la niñez. Pero decir que se dispone de tiempo libre no es decir mucho, es solo afirmar que se tiene posibilidad de hacer algo de una manera libre y opcional.

H. Opoaschowski, en un estudio realizado hace años para identificar el significado que daban al tiempo de no trabajo prejubilados y jubilados, constató que para un 38% de los casos suponía un problema vital, un 33% lo consideraba tiempo de descanso y recuperación y solo un 29% afirmaba que era un ámbito de actividad gratificante y positiva. Estos datos, ratificados con pequeñas variaciones en posteriores investigaciones, me hacen pensar en la dificultad de adaptarse a la jubilación y en la pervivencia de un concepto negativo del ocio. Una de cada dos, de las personas estudiadas, identificaba ocio con actividades para «matar el tiempo».

El fenómeno de la jubilación se plantea muchas veces de forma unilateral y poco objetiva. Para unos puede ser la liberación, el final de una etapa vital caracterizada por el esfuerzo, el sacrificio y la realización de actividades obligadas, en ocasiones no queridas. Desde este punto de vista la jubilación significa descanso, tiempo libre merecido, oportunidad de hacer lo que autorrealiza, de llevar a cabo el modo de vida que siempre se ha querido. Para otros es un momento terrible, que relacionan con la decrepitud, el deterioro o la etapa final de la existencia. Ambas maneras de ver o tratar el tema pecan de generalistas y simples; de ahí que tengan cierta dosis de falsedad. La experiencia y los resultados de distintos estudios realizados al respecto indican que los que deseaban con anhelo la «edad del júbilo» pronto empiezan a añorar gran parte de lo que hacían anteriormente; mientras, los que pensaban que ya solo quedaba la muerte, se dan cuenta de que tampoco se encuentran tan mal, que se sigue viviendo, incluso con más paz de la que se tenía y con menos preocupaciones en las que pensar.

Los tópicos nunca son lo que parecen y, en el caso de la jubilación, lo cierto es que la persona se sitúa ante problemas específicos que necesariamente debe resolver. Uno de ellos es seguir viviendo sin la presencia del trabajo; otro, no menos importante, es la necesidad de desarrollar un ocio suficientemente significativo, capaz de ocupar el tiempo libre con sentido.

Las personas que pasan de una actividad productiva a la jubilación viven un cambio existencial de gran importancia. Quien no sabe qué hacer con su tiempo libre aspira a llenarlo como sea, a entretenerse con cualquier cosa. El ocio es otra cosa, es algo que haces sin estar obligado, porque te agrada, porque tiene un sentido. El tiempo libre se opone al tiempo de trabajo, pero el ocio se identifica con la actividad gustosa que estaríamos dispuestos a realizar sin que nos pagasen nada, porque es un modo de expresión y desarrollo acorde con el ser personal de cada cual. Por eso, el que tiene claro su ocio y lo pone en práctica no desea «matar el tiempo», sino vivirlo.

En los últimos años nuestra sociedad ha tomado conciencia de que el problema del tiempo libre de las personas mayores no es un problema cualquiera. Sin embargo, hacer que la jubilación sea una etapa feliz, un periodo donde es posible el bienestar y la calidad de vida, depende de nosotros. No se trata solo de ofrecer alternativas a la televisión o la radio, sino de que la persona mayor encuentre sentido en lo que se le propone y quiera hacerlo. Esto hace pensar en la necesidad de prepararnos para el disfrute del tiempo libre a partir de nuestras propias iniciativas y de promover contextos sociales estructurados que favorezcan experiencias de ocio más allá de la distracción o la ocupación del tiempo; que faciliten el establecimiento de amistades, redes de relación y apoyo para la realización de proyectos de desarrollo humano solidario, integral y positivo.

El ocio juega un importante papel en la vida de las personas mayores porque les ayuda a afrontar con optimismo su nueva situación social. Tener tiempo y ser capaz de experimentar el ocio son condiciones que definen la «buena vida». Pero el problema está en que pocas personas han cultivado las destrezas que le permitan utilizar el tiempo libre de forma satisfactoria. Los jubilados que han vivido con intensidad los valores propios de la cultura del trabajo necesitan encauzar su acción hacia nuevos roles que los mantengan activos, integrados y felices. Más allá del trabajo la vida sgue teniendo sentido.  

 

 

A propósito de dos publicaciones relacionadas:

Cuenca Cabeza, M., Más allá del trabajo: el ocio de los jubilados, Revista Mal-Estar e subjetividade – Fortaleza – vol. IX – Nº 1 – p. 13-42 – Mar/2009

http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1518-61482009000100002

Cuenca Cabeza, M., Ocio valioso para un envejecimiento activo y satisfactorio. Editorial CCS, Madrid, 2018.

http://www.editorialccs.com/catalogo/ficha.aspx?i=5186

Compartir es vivir:

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *